Ayer el Arzobispo Roberto González, @Sucesor58, publico en su cuenta de Twitter el siguiente mensaje:
“Estoy haciendo un discernimiento: ¿Debo o no continuar participando de un medio como Twitter que está difundiendo y aparentemente apoyando y promoviendo “fake news”, mentiras y mensajes de odio? ¿Es cooperación indirecta o directa?.”
Estoy seguro que este mensaje es consecuencia de la ola de mensajes similares que vemos en las redes debido a la reciente compra por parte de Elon Musk de esta plataforma, y de su intención de eliminar las censuras prejuiciadas que existían en esta red. Obviamente el mensaje se amplificó una vez Elon Musk publicó una encuesta en la que le daba la oportunidad a los usuarios de Twitter para votar sobre una posible readmisión del presidente Donald Trump a esa red, y que dicho sea de paso durante la noche se indicó que la mayoría de los votos de esa encuesta fueron a favor de la readmisión de Trump.
Olvidemos el asunto de Trump por el momento ya que es uno polarizante y concentrémonos en la pregunta del Arzobispo. Él parte de la premisa de que Twitter publica información falsa, o como él llama, “Fake News”. La realidad es que Twitter publica lo que escriben sus miembros. Cada vez que yo escribo algo en mi cuenta de Twitter, el mensaje se publica en esa red, y lo que yo escriba puede ser catalogado como cierto por algunos, y falso por otros. Cada cual ejerce su criterio cuando leen mis publicaciones y le adjudican credibilidad o no. igualmente ocurre com lo que publica el Arzobispo, y lo que publican cientos de millones de personas en esa plataforma
Lo mismo ocurre con los artículos que se escriben en los periódicos, y con los programas de radio y TV. Cada medio publica información que puede ser cierta o falsa desde la perspectiva de quienes reciben la información, e incluso se puede publicar intencionalmente información falsa para influir en ciertas opiniones con lo que conocemos como propaganda. En estos casos uno puede escoger si lee o escucha el medio, y ciertamente mucha gente evita ciertos medios tradicionales ya que no están de acuerdo con sus lineas editoriales muchas veces en asuntos de política. Incluso, en las barberías podemos escuchar personas hablando sobre sus opiniones de asuntos de política o religión, y es común ver rótulos en esos lugares prohibiendo ese tipo de conversación. La información falsa ha circulado en muchas formas desde el principio de los tiempos, y no es una invención de Twitter.
Volviendo a Twitter, le pregunto al Arzobispo, quien está muy activo en esa red, si alguna vez se ha encontrado con la situación en la que ha escrito algo y Twitter se lo ha modificado. Estoy seguro que la respuesta es no. La preocupación puede entonces venir por el comentado asunto de como Twitter puede ajustar sus algoritmos para resaltar ciertos mensajes o esconder otros. Sin embargo, para eso hay una solución. Cada usuario puede pedir a Twitter que le muestre los mensajes en orden cronológico en lugar de usar el algoritmo que alegadamente tiene la capacidad de sólo mostrar lo que la plataforma entiende le puede interesar al usuario. Yo incluso evito usar las aplicaciones de Twitter o su página Web y uso tanto en mi computadora como en mi celular un app llamado Twitterrific. Con este app a mi sólo me aparecen los mensajes que publican las personas a las que yo sigo, y los mensajes a los que esas personas le hacen comentarios de otras personas, o que le dan el famoso RT. Incluso, a algunas de las personas que yo sigo le he podido bloquear el que me enseñen lo que ellos retuitean. Mi timeline es uno bastante limpio en el que sólo me llegan mensajes de personas que yo sigo, y que por una u otra razón entiendo me pueden interesar, aunque difiera de ellas. No me llegan mensajes de cuentas fantasmas de rusos que pretenden convencerme de como votar en las elecciones, ni de las otras pamplinas que se publican y amplifican en las redes. Si alguien empieza a publicar comentarios que no me interesan, lo elimino de mi lista de seguidos, y si alguien me responde a uno de mis comentarios de forma irrespetuosa, lo bloqueo para que no pueda leer ni comentar sobre lo que yo escribo. No hay que tener miedo a Twitter. Sólo hay que entenderlo.
Mi respuesta al Arzobispo Roberto @Sucesor58, con quien tuve diferencias en público de opiniones hace varios meses sobre algo que publicó en su cuenta de Twitter, es que no se salga de esta plataforma si realmente considera que sus publicaciones llevan un mensaje apropiado y necesario. Si usted lo escribe, Twitter lo publica y sus seguidores lo recibiremos, estemos de acuerdo o no con lo que usted escriba. Sin embargo, lo que no puede hacer es quedarse callado y dejar el espacio que le corresponde para que otros lo ocupen. Yo no estoy de acuerdo con los mensajes que publica sobre temas políticos que entiendo no deberían venir de alguien que ocupa un puesto tan alto en la Iglesia Católica, pero eso es su prerrogativa. Sólo el tiempo dirá si usted hacía lo correcto o no, y a final de cuentas el día que yo no quiera saber lo que usted publica, lo único que tengo que hacer es dejar de seguirlo en Twitter, pero no lo tengo en agenda. De lo que si estoy seguro es que en la forma que uso Twitter, todos los mensajes que usted publique, yo los recibiré, y Twitter no podrá usar su algoritmo para filtrar que mensajes suyos ellos consideran debo leer y cuales no. Sólo debe salir de Twitter el día que considere que lo que usted escribe es irrelevante y que nadie lo lee, o le causa curiosidad. Sólo estando en una red social como Twitter usted puede recibir comunicación de los ciudadanos puertorriqueños en general y no solamente de un puñado selecto que pueden tener acceso directo a usted.
2 respuestas a «El peligro de no entender Twitter»
Carlos, tu escrito resume con claridad el modo sensato de visualizar y participar en las redes sociales. Pero tu mejor que nadie sabe que “no hay peor ciego que el que no le da la gana de querer ver”. Y en este caso “el que no le sale de la sotana querer ver”.
CONCURRO CON USTED!!