En una democracia hay que respetar a todo el mundo, permitir la libre expresión, asociación y religión. Eso significa que el hecho de que alguien piense o actúe distinto a usted, aun si piensas que podría ser peligroso, tienes que aceptar que está en su derecho.
Por supuesto, reconocer y respetar ese derecho no significa que pases por alto las consecuencias que algunas actuaciones, posturas y aspiraciones podrían tener para Puerto Rico. Pongamos el siguiente ejemplo:
Usted es creyente (cristiano, judío, musulmán, budista, lo que sea) y no por eso va a menospreciar o sacarle el calzo a un ateo que, como dije antes, está en todo su derecho a no creer en Dios. Inclusive, eso le aplica a los que creen en el diablo, Satanás, Lucifer o cualquier otra modalidad del nombre del dios del mal.
Por tanto, usted va por la vida con sus creencias y su respeto a la diversidad de opiniones y creencias, pues, como creyente también en la democracia, eso es lo que corresponde. Ahora bien, suponga que usted lleva a su hijo a su salón de clases y, tan pronto entra, nota que el profesor tiene un cuadro de una personificación del diablo. A … Leer más...