Para la Primera comunión de Raulito, María se había preparado desde un año antes. había comprado una ropa similar a la que lucía el Principe de España en unos recortes que había guardado de una revista Hola de varios años atrás.. Las invitaciones fueron hechas en imprenta, con letras doradas a relieve. Los recordatorios también habían sido unos caros y exclusivos Raulito tenía que lucir como el Príncipe de Puerto Nuevo. El fotógrafo contratado tomó unas fotos dignas de la revista española. Todo quedó perfecto ya que María sabía que cada hora, cada minuto, y cada segundo contaba.
Cuando le tocó la Primera Comunión de Luis, todo fue distinto. Las invitaciones fueron hechas en la computadora, la ropa fue comprada en la tienda de la esquina, y la cámara se había quedado en la casa, por lo que no hubo fotos del evento. Toda la atención la reciben los primeros, y los segundos no cuentan.