La última de las etapas en el manejo de quedarme ciego fue la aceptación. Luego de llegar a esta etapa, el proceso se vuelve relativamente más fácil. Ya no me tenía que preocupar de que hacer para no ser ciego. Ya sabía que era algo inminente. Supongo que debe haber algún lector que debe estar pensando que me faltó una etapa, ya que los expertos en el asunto han definido 5 etapas diferentes que son las siguientes: Negación, ira, negociación, depresión, y aceptación. La realidad es que no sabía que me tocaba deprimirme, ya que nunca me atendí con algún profesional de la salud mental. Aunque no puedo negar haber tenido algunos días de tristeza, la realidad es que no creo que cualifiquen como depresión. Cualquier persona que sabe que va a perder uno de los sentidos entiendo tiene derecho a momentos de tristeza. Es como cuando muere un familiar. Uno siente una tristeza inmensa, pero no creo que esta sea depresión, siempre y cuando uno la pueda manejar, y mantenga el control.
La noche de despedida de año de 2007 tuve lo que uno llamaría una revelación. A mi mente me llegó la idea de que en el 2008 yo sería ciego, lo que significara eso. Sin animo de que esto suene a una novela, o a ponerme poético, la verdad es que los planetas se alinearon en mi dirección. Varios días después de comenzado el año, un miembro residente en Miami de una organización a la que pertenezco me pidió vía correo electrónico ayuda para una actividad que estarían realizando en St. Thomas. Le indique que se me hacía difícil poder ayudar ya que tenía problemas de la vista, los cuales me afectaban la movilidad, además que no sería de mucha ayuda velando a un grupo de personas que estarían tomando un examen. Esta persona me preguntó sobre que estaba yo haciendo al respecto, a lo que indiqué que nada, y entonces me dijo que él es un consultor en rehabilitación en Miami, con un doctorado en estos asuntos, y que era importante que recibiera entrenamientos para manejar mi condición. Me envió su número telefónico y me dijo que lo llamara para asesorarme. Cuando hablamos me indicó que aunque el no era ciego, él había tomado cursos de O y M, y que también sabía leer Braille. me dijo que tenía que buscar dónde aprender esto en PR, y que el Braille aún si no lo necesitaba, que era bueno aprenderlo para ejercitar el cerebro y evitar el Alzheimer. No se cuanto duró la conversación, pero la misma era la patada que necesitaba para ponerme en movimiento.
En los mismos días también visité un foro en Internet de personas con Retinitis Pigmentosa, y estaban discutiendo el asunto del O y M. Dicho sea de paso, no he dicho que significa O y M. Estas letras son parte del argot de las personas ciegas y significa Orientación y Movilidad. La versión corta es el saber caminar usando el Bastón Blanco, del cual hablaré en otro artículo.
En la discusión del foro alguien indicó que no le interesaba usar el Bastón Blanco, ya que esto lo hacía verse ciego. Entonces surgió la respuesta de otra persona que fue otro rayo de luz para mí. Ella indicó que eso mismo pensaba cuando le indicaron que era necesario que aprendiera a usar el Bastón, y su maestra le dijo: “es mejor parecer un ciego con habilidades, que una persona que ve torpe”.
En ese momento decidí, que si algún día quedaría ciego, debería tratar de ser un ciego diestro.