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El Rincón de Juanjo General

TODO LO CONTRARIO: El mapa de lo que se dice del Departamento de la Familia… y la realidad.

Muchos recordarán aquella historia de la señora que compró un boleto de tren y unas galletas, los metió en su cartera y se sentó en un banco a esperar la hora de su partida.


Si no la recuerdan, la historia continúa con un muchacho que se le sienta al lado, le sonríe, mete la mano por el lado de su cartera, saca un paquete de galletas y empieza a comerlas con una felicidad brutal. Ella lo mira y dice: “¡Qué clase de cojones (bueno, la historia no dice la palabra cojones, pero creo que así le doy un poco más de sazón), comiéndose mis galletas!”

Ella lo mira mal, el tipo le sonríe nuevamente, saca otra galleta del paquete y se lo ofrece a ella muerto de la risa. Ella la toma de mala manera, obvio.

Luego, cuando solo queda la última galleta, el muchacho la parte por la mitad y le da la mitad a ella. “¡Cojones es poco!,” piensa ella. (De nuevo, lo de cojones es añadido acá)

Así las cosas, ella se sube encabronadísima al tren, mira por el cristal y el muchacho le dice adiós con su mano, mientras continúa sonriendo.

Un minuto después, el guardia del tren le pide a ella que le muestre su boleto. Ella abre la cartera y PUM, ¡Qué cosa cabrona! (También añadida la palabrita) Justo al lado del boleto estaba el paquete de galletas que había comprado, intacto, cerradito. Estuvo ahí todo el tiempo.

Bueno, esa historia es una lo más chévere para demostrar que uno no puede juzgar a lo loco, que debe evitar llegar a conclusiones sin observar con cuidado y analizar, que muchas veces las cosas parecen algo y resulta que son otra.

Aquí hemos tenido muchísimos casos así.

El caso de la joven madre dominicana que la tildaron de criminal por dejar a su bebé, luego la tildaron de víctima y finalmente la volvieron a tildar de criminal porque cada vez que sale algo nuevo, resulta que nada era como se creía al principio.

El clásico caso de Lisha, que le quitaron la nena porque agredió con un cuchillo a su pareja frente a la niña, lo mordió y lo amenazó. Ahí salió medio Puerto Rico a pedir que se la devolvieran. No pasó un mes cuando la mayoría de los que pidieron que se la devolvieran inundaron las redes para pedir que se la volvieran a quitar.

Luego tenemos el caso de la muchacha a la que un guardia la arrestó y le pegó un taser de corriente, sin siquiera darle break a que pidiera un combo en BK. Todo el mundo le cayó encima al guardia hasta que por fin salió el video de la bodycam del policía, y resultó que ella era la agresora.

Todas estas historias se las presento como introducción para hacerles el mapa de un par de cosas que se han reseñado sobre el Departamento de la Familia y que, como siempre, hay gente que juzga con solo ver una foto, escuchar una denuncia o ver un reportaje en algún medio de comunicación, sin siquiera molestarse por analizar y escuchar la otra versión.

Por supuesto, este escrito no es apto para morones y mucho menos fanáticos que odian al gobierno, pues no importa cuánto se les pueda aclarar, eso no tendrá ningún efecto. Sorry, pero si usted es de ese grupo y llegó hasta aquí, deténgase y póngase a hacer otra cosa. Si no, le dará rabia y seguramente no sabrá ni por qué.

Vamos entonces al mapa con el siguiente caso:

El pasado jueves, en el programa del amigo Gary Rodríguez (sí, mi amigo, y donde tienen excelentes recursos con los que comparto y respeto) se presentó un reportaje en el que se alegaba que el Departamento de la Familia había removido un menor hace 3 semanas de su hogar y, desde entonces, al no poder ubicarlo en un hogar sustituto, lo tenían viviendo en sus oficinas en San Juan.

Confieso que cuando yo vi la introducción y el propio reportaje, me impacté.

Luego presentan una foto de un menor, algo borrosa, sentado en una silla junto a un adulto, en lo que parecía ser un pasillo de unas oficinas del gobierno. Acto seguido, entrevistan a la presidenta de Servidores Públicos Unidos, Jessica Martínez.

Me permito aquí hacer una confesión. A la que yo veo una denuncia de este tipo que la trae un líder sindical, ya pienso que es fabricada. Lo brutal es que casi siempre la pego. Pero sigamos.

La sindicalista comienza diciendo que APARENTEMENTE ese menor lleva más de 3 semanas en un espacio que habilitaron con una cama en esas oficinas. Mano, una denuncia de ese tipo no se sustenta con un APARENTEMENTE, porque eso ya es pura especulación. Pero vamos, usted escucha eso y dice: “Mano, buscaron una camita o un matresito y se lo pusieron a un pobre muchacho en el medio de los escritorios del Departamento de la Familia.”

¿Verdad que suena fuerte?

Pues ahora vamos a los hechos.

Primero, todo el que trabaja en el Departamento de la Familia (y eso incluye a la gente de SPU) sabe que en cada región tienen unas Unidades de Investigaciones Especializadas que, adivinen, SIEMPRE HAN TENIDO CUARTOS HABILITADOS PARA QUE SE QUEDEN MENORES O ADULTOS MAYORES QUE NO PUEDEN SER UBICADOS AL MOMENTO POR ALGUNA RAZÓN.

¿Y cuáles podrían ser esas razones?

Por ejemplo, que sea un caso que llegó en altas horas de la noche, que sea en un fin de semana cuando no hay otros lugares de servicios abiertos, o por algunas otras razones particulares características de cada caso.

O sea, decir que PUSIERON UNA CAMITA ALLÍ, como queriendo establecer que improvisaron y que al niño le faltaba atención, ES FALSO. Y lo peor es que quienes hacen la denuncia lo saben.

Segundo, el menor NO llevaba 3 semanas allí, sino 4 días, que no es lo mismo ni se escribe igual.

Tercero, este menor, según explicó la secretaria de la Familia, NO fue removido ahora de su hogar, mucho menos hace 3 semanas, como se dijo en el reportaje, sino que lleva más de 1 año en el Departamento.

Cuarto, el menor ya había pasado por más de una decena de hogares en ese período, de nuevo, según trascendió. No soy experto en el tema del comportamiento humano ni pretendo serlo, pero me parece lógico pensar que si ha pasado por tantos hogares, debe tener algunas condiciones particulares que le hacen un menor de difícil ubicación.

Sin embargo, la verdad es que el niño llegó viernes al Departamento de la Familia y ya el lunes estaba identificado y seleccionado un lugar para reubicarlo.

Fíjense, hasta aquí solamente, cómo se omitieron muchísimos detalles para dar a entender que hubo negligencia, maltrato institucional, improvisación y mil cosas negativas más, cuando era todo lo contrario.

Pero vamos al otro caso…

En una portada de El Nuevo Día salió el pasado sábado que el Departamento de la Familia le debe más de $3.5 millones a los hogares de adultos mayores, generando una crisis en muchos de estos, al punto que podrían cerrar o dejar de recibir a nuestros viejitos.

Del saque uno se pregunta cómo es posible que esto pase y, como siempre sucede, llueven las opiniones y los ataques al Departamento de la Familia. Pero, les diré qué no dijo el periodista, a pesar de que (me consta) tanto la secretaria como la administradora de ADFAN le comunicaron.

Primero, que esa NO es una deuda que se venga arrastrando, sino que se trata de las facturas corrientes del período actual y que, LEA BIEN, se saldará al final de mayo. Es más, repita conmigo; es del período de facturas actual y se saldará a final de mayo.

Pongámoslo en boricua. Usted ofrece un servicio, presenta sus facturas y recibe el pago. Si las facturas son de ese período y el pago se emite siempre al final de dicho período, NO hay un atraso en sí. ¿Capisce?

Claro, debo ser honesto y admitir que hasta hace poco sí hubo unos atrasos en pagos de ese tipo, pero también resulta necesario explicar por qué.


Si bien es cierto que la mayoría de los operadores de estos hogares son personas decentes y honestas, no es menos cierto que en un momento dado del año pasado se detectaron irregularidades, las cuales iban desde cobros por pacientes que se habían mudado del hogar, hasta personas fallecidas por las que le seguían facturando al gobierno. Esto, por supuesto, obligó a que se prepararan otras guías y mayores controles. Pero de ahí a decir que están atrasados actualmente, cuando la realidad es todo lo contrario, es no menos que inaceptable.

Pero bueno, podría darles muchísimos ejemplos más, no solo del Departamento de la Familia, sino de prácticamente cualquier agencia del gobierno. En Puerto Rico (y en muchos otros países y estados) hay esta manía de que toda denuncia contra el estado se da por cierta y legítima, y no importa si el gobierno aclara y presenta pruebas, al final no le creen o, simplemente, pasamos al próximo tema.

En fin, como mismo estoy seguro de que tuvo que hacer un ejercicio de observación y análisis de las fotos que acompañan esta columna, para poder comprender lo que realmente muestran, haga lo propio con las denuncias que se hacen contra el gobierno. No es que le crea ciegamente al gobierno, no señor, sino que observe, escuche y analice primero. Se sorprenderá de cuántas veces y cuán seguidito resultará que la realidad es todo lo contrario.

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