Siempre he dicho que el mundo será uno mejor, cuando el hombre desista de proyectar a Dios a su imagen y semejanza.
Con ese pensamiento tengo que hablar del “elefante en la habitación”, expresión que se utiliza para referirse a una verdad evidente, pero que es ignorada; la crisis de credibilidad que está atravesando la prensa y los medios de noticias en general, no solo en Puerto Rico, sino en el mundo entero.
Para empezar, confieso que tuve que armarme de valor para decidir escribir este artículo, pues, aunque no se admita, siempre existe un miedo a que, si criticas a la prensa, serás crucificado. Precisamente, ese temor que me mantuvo analizando si debía o no escribir sobre el tema, es evidencia clara de la crisis por la que estamos atravesando.
Pero vamos por parte…
Los seres humanos somos imperfectos, todos. Por tanto, los hay buenos, malos, honestos y corruptos… La bondad y la maldad, así como la honestidad y la deshonestidad o avaricia que lleva a la corrupción, son características de los seres humanos que no están sujetas a su estatus social, raza, género, religión ni (adivinen) la profesión de cada cual.
Hay policías buenos y policías malos, líderes religiosos buenos y líderes religiosos malos, políticos buenos y políticos malos, padres buenos y padres malos, y así, ponga usted cualquier ejemplo; maestros, científicos, desempleados, mecánicos, filántropos, actores, cantantes, los que quiera, y verá que en todos hay de todo; gente buena y gente mala, gente honesta y gente corrupta.
Sin embargo (y aquí es que entramos en donde nadie se atreve), existe una resistencia histórica de los profesionales del periodismo y de las comunicaciones en general, a admitir que en la prensa también hay gente buena y gente mala, gente politiquera y gente que aborrecer la politiquería, y sí, gente honesta y gente corrupta.
No hace falta hablar de casos específicos. Se trata de una cuestión lógica, ni más, ni menos.
Y yo puedo hablar de esto porque, lo admito, cuando yo trabajaba como periodista también me sentía así. Por alguna extraña razón creía que siendo periodista era incorruptible, incapaz de hacer algo malo y, por supuesto, mucho menos mis colegas.
Dicho lo anterior, y viendo cómo la profesión que tanto amo y defiendo, cada día goza de menos respaldo en nuestro pueblo, no puedo quedarme callado. Simplemente, sería cómplice de algo que, al final, nos afecta a todos.
Como he dicho consistentemente en mis escritos, la libertad de prensa es vital para que nuestro Puerto Rico goce de democracia plena. Sin prensa libre, no hay países libres, ¡punto!
Entonces, ¿cómo resolvemos esto?
Lo primero que mis colegas y amigos de las comunicaciones, de todas las ideologías y diversidad de medios, tanto tradicionales como electrónicos, deben hacer, es reconocer que son parte del pueblo y, como tal, son tan imperfectos como todos los demás seres humanos que compartimos un pedacito de esta hermosa tierra. Aceptar que tenemos periodistas cuyo norte es informar y fiscalizar genuinamente, pero también tenemos otros que utilizan su tribuna periodística para adelantar sus causas políticas e ideológicas. A esto último tienen derecho, no me mal interpreten. Lo que pasa es que esto tiene consecuencias que no solo afecta al que lo ejecuta, sino también a los que todos los días se esfuerzan por mantener la tan añorada credibilidad que, para mis tiempos en los medios, lo era todo.
Por supuesto, también hay un grado de responsabilidad en los ciudadanos, de no pretender que los periodistas sean afín con su ideología política, sobre todo. Porque sí, eso también sucede, que queremos caerle encima a todo periodista que no piensa como nosotros ideológicamente, y eso tampoco es aceptable.
Ahora, retomando el asunto, no puedo dejar fuera el hecho de que hoy, aunque no lo queramos admitir, la mayoría de las líneas editoriales, estilos de redacción y reseñas periodísticas giran alrededor del anti-americanismo, anti-PNP y anti-Estadidad. Por otro lado, y muy particularmente cuando el PNP está en la gobernación, prácticamente todas las denuncias que cualquiera haga contra una agencia gubernamental, un líder político o jefe de agencia novoprogresista, las dan por ciertas desde el saque. A veces le dan seguimiento con las reacciones de la otra parte, pero esto se da cuando ya la versión de que “estos funcionarios” o “estos líderes políticos” son hijos del demonio ha corrido más que un chavo malo por noticieros y redes sociales.
De nuevo, llevar la línea editorial que desee cada medio o periodista es totalmente legítimo y legal, pero volvemos al planteamiento inicial: esto tiene como consecuencia que se pierda credibilidad y, en el peor de los casos, genera el repudio de un sector que, lo admitan o no, constituye la mayoría en Puerto Rico.
Es momento de hacer una profunda reflexión, admitir que el mundo de las comunicaciones y el periodismo están sufriendo una caída brutal en la confianza de nuestro pueblo, y de ahí partir para hacer los ajustes necesarios. Y no me mal interpreten. No se trata de convertirse en relacionistas públicos, la fiscalización tiene que estar ahí, eso no es negociable. Pero, ustedes y yo, aunque no se admita abiertamente, sabemos que hay una crisis, que necesitamos recuperar la confianza en lo más posible del pueblo, y que en el periodismo, como en el resto de las profesiones; LOS BUENOS SON MÁS.
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3 respuestas a «Opinión: La crisis de la credibilidad de la prensa es grande, aunque no tanto como el miedo a hablar de ella»
Muy buen articulo. La prensa ha perdido credibilidad y las redes sociales cada día están más activas y desmienten a la Prensa y las critican sin censura por lo mal que informan y su obsesión anti – americana.
Excelente análisis te felicito. En nuestro PR la Prensa juega un panel sumamente importante en la opinión pública. Por ende su credibilidad se ha visto afectada por las opiniones poco objetivas de los Periodistas y son desmentidos y criticados en las redes sociales. Necesitan más seriedad en sus argumentos
Totalmente de acuerdo con usted tocayo Juan.