esta mañana estaba en un elevador de mi trabajo junto a Pilgram, mi perro guía, y una compañera con quien tengo confianza comentó en obvia referencia al perro:
–¡Que bello!
En tono de broma le contesté:
–¿El perro o yo?
Todo los que estaban en el elevador rieron, y a ella no le quedó más remedio que indicar –Los dos…
Alguien comentó algo más sobre el perro, y en seguida otra mujer que no conocía preguntó:
–¿Está castrado?
Aunque pueden imaginar lo que me pasó por la mente preguntar, me limité a decir:
–Sí, esta castrado…
Aunque creo que el público hubiese preferido que yo hiciera la pregunta, en ocasiones es mejor callar.